II. 1. La Primera Crónica General no es la cumplida realización de la Estoria de España proyectada por Alfonso X

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(MÉTODOS Y PROBLEMAS EN EL TRABAJO COMPILATORIO)*

La compilación de «los fechos de España» emprendida por los talleres historiográficos de Alfonso, aquel «Rex; decus Hesperie, thesaurus philoso­phic» —según le llama el poeta prologuista de la obra— ha dejado larga descen­dencia de manuscritos: conocemos alrededor de un centenar de Crónicas Generales que reproducen (con una mayor o menor fidelidad a la estructura originaria) secciones más o menos extensas de la voluminosa Estoria de España alfonsí.

Las partes primeras de la Estoria (prehistoria, España romana, España bárbara, España gótica, invasión árabe) se mantienen en la tradición manus­crita con relativamente poca variación; pero las partes últimas (historia de la Reconquista) han llegado a nosotros bajo formas tan distintas, que puede hablarse sin exagerar de la existencia de una selva textual.

A finales del siglo XIX, R. Menéndez Pidal comenzó a poner orden en este caos, distinguiendo los principales prototipos de Crónica General de Espa­ña [1] y finalmente, en 1906, dio una edición rigurosa de la que llamó Primera crónica general de España (Estoria de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289). [2] Esta edición estaba firmemen­te respaldada por dos códices regios de la biblioteca escurialense (E1 y E2: el primero, copiado en el scriptorium del propio Alfonso X [3]; el segundo, que se dice continuación del otro, ya en días de Sancho IV, según muestra un párrafo alusivo al año 1289. [4] La posterior averiguación de que un grupo importante de manuscritos reflejaba una versión «vulgar», más fiel en la frase a las fuentes, independientemente derivada del *«borrador compilatorio» de la Primera crónica, no restó autoridad al texto «regio» estilísticamente más elaborado, versión «oficial» de la Estoria.  [5]

Sin embargo, el volumen segundo del manuscrito E (que contiene la historia de la Reconquista) no es merecedor del crédito que hasta ahora todos veníamos concediéndole. En un estudio publicado en 1962 [6] creo haber precisado que se trata de un códice artificioso compuesto de textos varios preexistentes ensamblados a mediados del s. XIV, posiblemente en conexión con los planes historiográficos de Alfonso XI (quien patrocinaba por esas fechas la continuación de la Estoria de España hasta sus días). [7] El texto básico para la constitución del códice facticio E2 es un manuscrito de tiempo de Sancho IV, el cual en su origen nada tenía que ver con el volumen alfonsí E1; contiene una Versión amplificada en 1289 de la Estoria dé España que, comenzando con Ramiro I, se interrumpía inmediatamente antes de la sublevación de Valencia contra al-Qārdir y el Cid, para continuar después con las postrimerías de Alfonso VI hasta mediar el reinado de San Fernando. [8] A este manuscrito incompleto se antepusieron, a mediados del s. XIV, dos cuadernos arrancados del viejo códice alfonsí E1, a fin de hacer empezar el nuevo volumen con el reinado de Pelayo. [9] El resto del códice facticio es de letra tardía, escrito para enlazar y completar esos fragmentos viejos. [10]

Una vez reducida a sus verdaderos términos la autoridad del códice «regio» E2, nos hallamos nuevamente desprovistos del apoyo y guía de un texto «oficial» de la Estoria de España desde mediado el reinado de Alfonso II el Casto, esto es, desde el final originario de E1. Nos es, por tanto, preciso volver a la tradición manuscrita en conjunto, al centenar de textos inéditos. Es esta la tarea que he acometido en estos últimos años.

La primera conclusión a que he llegado en mi trabajo —base de todas mis subsiguientes pesquisas — es que el taller historiográfico alfonsí, ni en vida de Alfonso X, ni después de muerto el rey Sabio, llegó a concluir la proyectada Estoria de España. La subida al trono de Sancho IV significó, creo, la paraliza­ción —si no la disolución —de las escuelas alfonsíes. Una vez interrumpidos por el nuevo rey los pagos literarios (según parecen indicar las cuentas de su reinado), [11] la labor historiográfica en equipo debió de cesar enseguida.

La Primera crónica general de España editada por Menéndez Pidal no puede identificarse con la Estoria de España de Alfonso X (aunque en líneas generales sea su más directo representante): En la cámara regia castellana debieron de quedar atesorados conjuntamente códices y cuadernos de traba­jo del taller alfonsí [12] que contenían, en unos casos, secciones ya concluidas de la Estoria de España, en otros, fragmentos aún en curso de elaboración (unos ya bastante avanzados, otros en las etapas iniciales de la construcción); aprovechando esos materiales, pero sin continuar el inconcluso trabajo com­pilatorio, el formador de la Primera crónica general trató de componer una historia de España sin soluciones de continuidad. El carácter inacabado de la compilación alfonsí que este formador de la Primera crónica tuvo a su alcance explica el progresivo empobrecimiento estructural de la obra notado por Menéndez Pidal. [13]

NOTAS

* Ponencia en el Primer Congreso Internacional de Hispanistas, Oxford (leída el 6-IX-1962). Publicada, con la adición de epígrafes y notas, en Romania, LXXXIV (1963), 354-375.


  1. Ley. Inf. Lara (1896); «El PC y las Crón.» (1898); Crón. Generales1 (1898).
  2. I: Texto, Madrid, NBAE, V, 1906.
  3. Ms. Y-i-2 de la Bibl. del Escorial. La miniatura inicial y la ornamentación permiten calificar­lo de códice regio alfonsí. Sin embargo merece estudio especial el problema de las varias manos que intervienen en su elaboración [cuestión que trataré próximamente en otro libro].
  4. Ms. X-i-4 de la Bibl. del Escorial. En el f. 26 v figura una digresión en que se alude al estado presente de la Reconquista en el reinado de Sancho IV, era 1327 [= 1289]; otra alusión a ese mismo año figura en nota marginal del f. 273. La ligazón entre E1 y E2 queda, sin embargo, establecida por sendas remisiones existentes en uno y otro texto (PCG, p. 230b8-11 y 321a1-18 y variante).
  5. Para explicar la relación entre la versión «vulgar» y la versión «regia» de la Primera crónica, así como la conexión de las restantes Crónicas Generales con la Primera, Menéndez Pidal consideró preciso suponer la existencia de un prototipo fluido, anterior a la fijación de la obra alfonsí en un texto definitivo, de un *borrador compilatorio. R. Menéndez Pidal, Crón. General-Discurso (1916). Cintra en 1951 (Crón. 1344) y el propio R. Menéndez Pidal en 1955 (Primera Crón.2) continúan considerando al ms. E2 como la versión definitiva, oficial, de la Estoria de España.
  6. «La Versión regia de la Crónica General de España de Alfonso X», en De Alfonso X (1962), pp. 17-94.
  7. D. Catalán, Un prosista anónimo (1955), pp. 135-136.
  8. Ms. E2 «mano tercera» E2(c) y «mano quinta» E2(e). Lo llamaré E2(orig). Sin duda continua­ba hasta la «despedida» del arzobispo don Rodrigo de Toledo (PCG, p. 736b29). Véase De Alfonso X, pp. 50-63, 70-76 y 88-91.
  9. Ms. E2 «mano primera» E2(a), que es la misma que en E1 escribe los ff. 149v-196. Al manuscrito primitivo formado por E1 y E2(a) lo llamaré E1(orig). Véase De Alfonso X, pp. 32-49 y 89-90.
  10. Ms. E2 «mano segunda» E2(b), «mano sexta» E2(f), f. 197 de E1, f. 1 (título y miniatura) de E2, remisión final de E1 a E2 e inicial de E2 a E1 (cfr. nuestra n. 4). Véase De Alfonso X, pp. 77-87, 36-37 y 89. [Hoy creo poder precisar que si el códice regio alfonsí E1(orig) fue conocido por Alfonso XI y por su canciller Fernán Sánchez de Valladolid ello se debe a que, por una manda testamentaria de doña Blanca, hija de doña Brites o Beatriz la primogénita bastarda de Alfonso X, reina de Portugal, la reina doña María de Molina recibió el códice, entre otros libros que fueron del rey Sabio, pocos meses antes de morir. La manda testamentaria del 15 de abril de 1321 dice así: "Mando que los libros e las escripturas que yo tengo, que fueron del rey don Alfonso mi abuelo, que las den a la reyna» (tomo el dato de R. A. MacDonald, Espéculo, Madison: HSMS, 1990, p. LVII b y n. 361). Doña Blanca murió dos días después (Flórez, Reynas, II, pp. 543-544) y la reina doña María, tutora de Alfonso XI, el 30 de junio del mismo año (Catalán, Gran crón. de A° XI, Ap. II. 2, p. 472); Fernán Sánchez de Valladolid fue uno de los testigos del testamento de doña María.]
  11. Según observa ya R. Menéndez Pidal, «Alfonso X y las leyendas» (1948), pp. 15-17; nueva­mente, en Primera crón.2, pp. XXXI-XXXII.
  12. R. Menéndez Pidal y L. F. Lindley Cintra conciben el *borrador compilatorio de la cámara regia de Alfonso X y Sancho IV como un manuscrito lleno de añadidos marginales e interlinea­dos, con tachaduras, con relatos yuxtapuestos en espera de observaciones armonizadoras, esto es un texto único sobreabundante, donde se encerraban más posibilidades de las que se habían de realizar de primera intención (Véase: R. Menéndez Pidal, Primera crón.2, p. XXVII-XXXIV y «Tradicionalidad» (1955), p. 142. L. F. Lindley Cintra, Crón. 1344, pp. CCX). Creo preferible suponer, no un manuscrito único, sino un conjunto o colección de cuadernos compilatorios. Sobre los cuadernos de trabajo, véase, G. Menéndez Pidal, «Cómo trabajaron las esc. alf.» (1951), 363-380.
  13. Ya en Crón. General-Discurso (1916); véase ahora en Primera crón.2 (1955), pp. XXXIV-XXXV.

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