Apéndice Número 4º

FIESTAS EN EL RETIRO EN 1637

(De un manuscrito contemporáneo)

En 13 de Enero de 1037, recibiendo el rey nuestro señor D. Felipe IV la feliz nueva de la elección de rey de romanos del serenísimo Ferdinando III, su cristianísimo primo hermano, determinó de hacer una pública demostración de su contento, que fuese benemérita de él y de su grandeza, en esta manera:

Plantóse una plaza de madera fuera del nuevo y lucidísimo palacio del Buen Retiro, en un eminente sitio, que tenía 608 pies de largo, 480 de ancho, y en toda su circunferencia 408 balcones de gran capacidad, al finen que trabajaron más de 3.000 hombres, cubriéndose la fábrica de tejados fingidos de madera teñida en rojo, que miraba por la parte del Mediodía a lo más vistoso de esta corte, así por la copia de edificios como por la frescura de su prado y arboledas. Por la del Septentrión terminaba la puerta de Alcalá y monasterio de religiosos descalzos de San Agustín. Al Oriente, el Real de los de San Jerónimo, y al Occidente, el de los carmelitas descalzos[213]. Estaban los balcones por la parte exterior con barandilla de plata y oro, y por dentro perfectamente colgados de variedades de sedas y tapices. En cada pilar que los dividía, dos Lachas blancas; corriendo por toda la circunferencia sobre el friso y cornisa novecientos faroles de hermosos vidrios y graciosa forma, labrados para solo este efecto, en los cuales había innumerables luces, porque tenían a cuatro cada uno, a más de trescientos que, con ventajosa grandeza, se señalaban de espacio a espacio breve, quedando entre uno y otro tres menores.

A la parte septentrional estaba fabricado un balcón de mayor eminencia para las personas Reales, de barandillas doradas, y lo mismo el techo, con gran primor, teñido de agradable verde perfilado de oro; rompía la cornisa un hermoso globo del orbe; a un lado, el cuarto planeta, rematándolo todo una corona imperial, y debajo de ella esta letra: Illustrat et fovet. Adornaban tan vistosa estancia muchas vidrieras cristalinas, desde las cuales, reverberando esa máquina de luces, hacía dudar de la posibilidad de reducirse a número, y así quedaba la claridad de la plaza en modo que podía preguntarse si había amanecido con estrellas o anochecido con sol.

Partían desde los extremos de la cornisa de este balcón en grande espacio sobre la de toda la fábrica los escudos y armas de los reinos que felizmente están unidos a esta monarquía. A la mano derecha aparecían el Real Consejo de Castilla, el de la Inquisición, el de las Indias, el de Ordenes, el de Hacienda y la Diputación del Reino. A la mano izquierda, el de Aragón, el de Italia, el de la Cruzada, el de Portugal, la Villa de Madrid y la Junta de Abastos.

Asistían el Nuncio de Su Santidad, el Patriarca de las Indias, el Embajador de la Majestad Cesárea, los de los reinos y diferentes repúblicas. Cuando el domingo 15 de Febrero quiso dar S. M. principio a esta pompa con salir de casa de Carlos Stratta (el palacio de Híjar), caballero del hábito de Santiago, que vivía entre los Italianos y los Clérigos menores, adonde fue a vestirse, hallada con el aparato y lucimiento posible a tal ocasión; desde ella hasta la puerta del Real convento de San Jerónimo procedía una amplísima calle con dos hileras de luces encendidas en varias y copiosas materias y agradables correspondencias, con que se manifestaba todo desde un extremo al otro, así como pudiera de día.

Sobre la primera puerta estaba fabricado un balcón, guarnecido de lo propio que la plaza, en que se puso la Reina, el Príncipe su hijo, y la Princesa de Carinan con los suyos, empezando luego a componerse la fiesta en este modo.

Iban delante ocho tambores a caballo vestidos de lana blanca y sombreros de lo mismo; seguíanlos cuatro trompetas también a caballo con vaqueros de terciopelo carmesí guarnecidos de plata y sombreros de lo propio; distaban poco las chirimías con los demás instrumentos sonorosos, dispuestos por su orden, llenando el aire de armonía inmensa, a quien seguían quince cuadrillas de a doce caballeros, con la de S. M. diez y seis, todas conformes en los vestidos de terciopelo liso negro, bordados de hilo de plata blanco, tocados, plumas y jaeces de las mismas colores, puestos todos en vistosos caballos de dos en dos, en la Carrera de San Jerónimo, con sus hachas de cera blanca en las manos, y con otras los seguían gran número de lacayos de la misma librea; siendo los padrinos de esta fiesta el Almirante de Castilla, el Príncipe de Esquilache, el Duque de Híjar y D. Carlos Coloma. Estando todos puestos como se ha dicho, salió S. M. de la casa de Carlos Stratta, acompañándole su cuadrilla, vestidos del mismo color, si bien el del Rey y Conde de Olivares, bordados de rica y vistosa labor. De las demás fueron cuadrilleros y entraron en ella los señores y caballeros siguientes:

Cuadrilla de S. M. —Marqués de Belmonte (hoy duque de Maqueda), Marqués de Cañete, Marqués del Espinar, Conde del Puerto, Conde de Aguilar, Conde de Barajas, Conde de Fuensalida, Conde de la Moncloa, Conde de la Corzana, Conde de Osidus y D. Francisco Mascareñas.

Cuadrilla del Conde-Duque. —El Conde-Duque, el Marqués de Palacios, el Conde de Visaven, D. Rodrigo de Cárdenas, D. Luis Puerto Carrero, D. Lope de Hoces, D. Diego de Zarate, D. Diego Ramírez de Haro, conde de Bornos; D. Luis Carnero, Conde de Loyola del Príncipe, D. Juan de Vargas, D. Rodrigo Pimentel y D. Juan de Silva.

Otra cuadrilla del Conde-Duque. —El Conde-Duque de Villalba, D. Francisco de Bracamonte, D. Luis Jerónimo de Contreras, D. Antonio Bonal, D. García de Brizuela, D. Juan de Lujan, D. Francisco de Balcázar, D. Juan de Prado, D. Gaspar de Prado, D. Francisco de Rojas Vivanco, D. Gaspar de Robles y D. Juan Mejía.

Cuadrilla del Condestable de Castilla. —El condestable Marqués del Fresno, su hermano Marqués de Cuéllar, Marqués de Tabara, Conde de Grajal, Conde de la Revilla, Vizconde de Molina, D. Antonio Mesía de Tovar, su hermano D. Alonso Ortiz de Velasco y D. Pedro de Castelví.

Cuadrilla del Duque del Infantado. —El Conde de Tendilla por el Duque, Marqués de San Román, Marqués de la Fuente, Marqués de Aitona, Conde de Oruña, Conde de Villar, Conde de Brantivilla, D. Esteban Hurtado de Mendoza, D. Baltasar de Zúñiga, D. Bernardino de Ayala, D. Luis de Mendoza y D. Gaspar de Mantilla.

Cuadrilla del Marqués del Carpio. —Marqués del Carpió, Marqués de Poyar, Conde de Castrillo, Conde de Lodosa. Conde de Cedilla, Conde de la Torre, D. Sancho de la Cerda, D. Fernando Barradas, D. Cristóbal Guardiola, D. Francisco de Lerma, D. Martín de Saavedra y don Luis de Peralta.

Cuadrilla del Duque de Pastrana. —Duque de Pastrana, Duque de Ciudad-Real, Marqués de la Alameda, Marqués de Almenara, Marqués de la Miceda, Marqués de Mirallo, D. Francisco Luzon, D. Luis Trejo, D. Gaspar Bonifaz, D. Francisco de Ángulo y D. Juan de Morales.

Cuadrilla del Duque de Híjar. —El Duque de Híjar, Marqués de la Conquista, Marqués de Castrofuerte, Conde de Taroca, Conde de Figuero, Conde de Villamonte, D. Francisco Grurrea, D. Alberto Coloma, D. Francisco Enriquez de Silva, D. Juan Ramírez, D. Pedro Niño de Castro y D. José Stratta.

Otra cuadrilla del Duque de Híjar. —El Coude del Real, D. Francisco Valenzuela, D. Pedro de Vasconcelos, D. Diego de Quiñones, D. Diego de Guzmán, don Alonso de Paz, D. Rodrigo de Herrera, D. Gaspar de Guzmán, D. Pedro de Alba, D. Jerónimo de Carvajal y D. Baltasar de la Cueva.

Cuadrilla del Duque de Peñaranda. —Duque de Peñaranda, Marqués de Fromesta, Conde de Motezuma, don Juan de Cárdenas, D. Fernando de la Cerda, D. Francisco de la Cerda, D. Jerónimo de Vera, D. Gonzalo Manrique, D. Pedro de Vega, D. García de Cárdenas, D. Rodrigo de Tapia, D. Pedro Reinoso y Toledo, señor de Utrilla.

Cuadrilla del Conde de Oropesa. —El Conde de Oropesa, Marqués de Villamayor, Marqués de Poyar, Marqués de las Navas, Marqués de Malpica, Marqués de Salinas, Conde de Montalván, D. Francisco Garnica, D. Manuel de Arriarán y Gamboa, D. José de Castrejon, D. Alonso Lancol y D. Agustín.

Cuadrilla de D. Luis de Haro, conde de Morente. —Conde de Morente, Marqués de Gomares, D. Luis Ponce de León, D. Francisco Mejía, D. Fernando Bazan, D. Cosme de Medicis, D. Fernando de Alarcon, D. Francisco Ibañez, D. Diego de Salcedo, D. Francisco Vivanco, don Martín Porres y D. Vicente Zapata.

Cuadrilla del Conde de Riela. —El Conde de Riela, Marqués de Malagon, Marqués de Torres, Conde de Concentaina, D. Álvaro de Luna, Martín Alonso de Ataide, D. Juan de Borja, D. Mateo Ibañez de Segovia, D. Salvador Correa, D. Pedro Hurtado de Corcuera, D. Pedro de Valenzuela y D. Gabriel de Silva.

Cuadrilla del Conde de Alva de Liste. —Conde de Alva de Liste, Marqués de la Adrada, Conde de Villa Franqueza, Conde de Peñaflor, D. Manuel Enriquez, D. García Pareja, D. Luis de Córdoba, D. Pedro Niño, D. Fernando Rivadeneira Calderón, D. Pedro de la Mota Salmientos, D. Pompeyo de Tássis y D. Luis Enriquez.

Cuadrilla de la coronada villa de Madrid. —El Conde de Montalvo, su corregidor; Francisco Enriquez, Felipe Sierra, D. Gaspar de Valdés, D. Jerónimo Casanate, Claudio de Cos, D. Diego Ordoñez, D. Lope de Porras y Castro, D. Francisco Sardoneta, D. Francisco Méndez Testa, D. Juan del Castillo y D. Luis Zañes Montenegro.

Otra cuadrilla de la Villa. —Marqués de Cusano, don Cristóbal de Medina, D. Jerónimo Carmenas. Manuel Cortizos de Villasante, Pedro Martínez, D. Rodrigo de la Castra, D. Bernardo de Salas, D. Mateo Alonso de Ortega, D. Pedro Rodriguez de Villarroel, D. Gonzalo Pacheco, D. Diego Meras y D. Pedro Romero.

Luego se seguían dos carros triunfantes de maravillosa y apreciable traza, pintura y adornos, hechos por Cosme Loti, industrioso arquitecto florentino, que tenían 22 piés de ancho, 30 de largo y 46 de alto. En la parte extrema de cada uno se levantaban dos pirámides, en cuyas puntas iban tremolando tafetanes carmesíes: alumbrábase cada uno con cien hachas, cargados de lucidísimas figuras, con varias insignias e instrumentos músicos, distribuidos con gentil orden.

Cada uno iba tirado de veinticuatro bueyes con paños rojos, guarnecidos de plata y alumbrados con multitud de hachas, puestas en manos de hombres vestidos de velillos de plata de varios colores a la turquesa, crecía el número de luces.

Cuarenta salvajes llevando en las manos grandes mazas encendidas como hachas. Con este orden iban andando hasta el balcón donde dijimos estaba la Reina, entrando en la plaza donde se hallaba, cuando por ella entró S. M. gobernando su cuadrilla, el Conde de Olivares la suya, y cada uno de los demás la que le tocaba, formando varios laberintos de escaramuzas, compasados con los escudos de jeroglíficos, que para división de las cuadrillas estaban en diferentes puestos.

Fueron entrando los carros, dando vuelta a la plaza, empezando las figuras a sonar los instrumentos, acompañándolos con su misma música, que llegando enfrente del balcón de la Reina, representaron un coloquio de la Paz y de la Guerra.

Al pie casi del mismo balcón estaban plantadas las vallas y el estafermo, adonde S. M. ejecutó la destreza que en esto tenía, superior a todos, de común aplauso, continuándolo los señores y caballeros. Dejó el Rey la plaza, subiéndose al balcón de la Reina, después de haber dado tanto que admirar, estuvo mirando el resto de la fiesta, que fueron representaciones, músicas innumerables, gente varia natural y extranjera de cuantas naciones frecuentan su corte; y últimamente, oyendo repetir las voces de tanta multitud junta, viva la felicidad de Felipe IV, viva, viva; con que los Reyes se retiraron a las once al palacio del Retiro, dando fin a la fiesta, siendo de tal calidad, que la pudieron envidiar los más pomposos frutos que celebran las memorias del mundo en siglos pasados y han de celebrar en los futuros.

Los días siguientes, desde el 15 hasta el 25 de Febrero, continuaron las fiestas, dirigidas, el primer día, por la Condesa de Olivares, con teatro, baile, loas y merienda; el segundo, por el Conde-Duque, con máscara, folla y entremeses; el tercero, paseos en barcos, con músicas, coros, iluminación y cena espléndida en el bosque; otro día toros con rejoncillos en la plaza nueva; otro un certamen poético, que presidió Luis Velez Guevara, y de que fue secretario Alfonso de Batres, y jueces el Príncipe de Esquilache y otros; otro día, cucañas y carnestolendas por las salas, con huevos de olor; el domingo de Carnaval, 22 de Febrero, una gran mojiganga y músicas, baile y comedia por la noche; limes, carreras de cañas todos disfrazados, y martes, otra gran mojiganga y la representación de la comedia Don Quijote de la Mancha, de don Pedro Calderón.

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El antiguo Madrid, 1861 by Ramón de Mesonero Romanos is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License, except where otherwise noted.

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