Segunda ampliación (siglo XIII)

LOS ARRABALES

Dijimos en la Introducción o Reseña histórica que precede a estos paseos, que los historiadores de Madrid que escribieron a principios del siglo XVII afirman terminantemente la existencia de sus arrabales desde el tiempo de la dominación de los moros. Efectivamente, y con motivo de la acometida que hizo a esta villa, en principios del siglo X, el rey D. Ramiro de León, dicen que éstos fortificaron y reedificaron sus murallas y ampliaron sus arrabales para que viviesen los cristianos que quedaron en ella; y tratando en otro sitio de la fundación del monasterio de monjes benitos de San Martín y de la iglesia parroquial de San Gines, no dudan en asegurar que fueron templos muzárabes, anteriores a la conquista de la villa por los cristianos, y a donde éstos acudían a celebrar su culto y oraciones. De todo esto, lo único que puede asegurarse documentalmente es la existencia en el siglo XIII de un arrabal extramuros de Madrid e inmediato al monasterio de San Martín (Vicus Sancti Martini), fundado, a lo que parece, por el mismo Alfonso VI en los primeros años inmediatos a la conquista.

Poco importa averiguar si este vieus era o no una población independiente de Madrid y propia sólo del dicho monasterio de San Martín como las aldeas de Valnegral, Villanneva del Jarama y otras (hoy desconocidas), de que se hace mención en el privilegio concedido a aquel monasterio por el rey D. Alfonso el VI, y confirmado por el VII, el año de Cristo de 1126, para poblar el barrio de San Martín, en los términos expresivos que trascribimos va de dicho privilegio. Pero no puede menos de convenirse en que esta carta de población fue, sin duda alguna, el fundamento u origen material de la extensión de Madrid por aquel lado, como puede comprobarse aún pollos títulos originales de las casas de dicha barriada, en que se descubre dicho origen, por la imposición de censos sobre los solares a favor de dicho monasterio de San Martín; cuya parroquia, una de las primitivas de Madrid, llegó por esta razón a extender su distrito jurisdiccional hasta los límites de la nueva villa.

Por otro lado, y simultáneamente con el barrio o arrabal extramuros de San Martín, se había ido formando al otro lado del Arenal de San Gines, y en dirección a Oriente, el arrabal principal de Madrid, en la considerable extensión que mediaba entre la puerta de Guadalajara, la del Sol y la plazuela de Antón Martín, término entonces de la calle de Atocha. Este numeroso caserío se prolongaba luego a Mediodía en otro trozo considerable, desde la calle de Atocha y plaza Mayor hasta la esquina de la calle de Toledo y plazuela de la Cebada. Estos dos trozos más importantes del nuevo caserío extramuros fueron los que por espacio de tres o cuatro siglos (hasta mediados del XVI, en que se trasladó la corte a esta villa) vienen designados por antonomasia, en los documentos y en el lenguaje vulgar de la época, con el nombre de El Arrabal, añadiéndose únicamente en algunos de aquellos las palabras de a San Gines, a Santa Cruz o San Millán, según la inmediación respectiva a aquellas iglesias. En cuanto al de San Martín, al Norte, dividido, como lo estaba materialmente por los barrancos y terreno arenoso que mediaba entre las fuentes o los Caños del Peral y la Puerta del Sol, venía a formar una barriada completamente separada de la central; hasta que unos y otros fueron comprendidos dentro de la nueva cerca, verificada, según se cree, en el siglo XIII, y que constituyó la segunda ampliación de Madrid.

Esta cerca (de la que no queda vestigio alguno más que los nombres de las puertas y entradas que la interrumpían) debió ser, sin duda, una sencilla tapia, que no impidió ni contuvo el progreso ulterior del caserío; y, a juzgar por las relaciones poco precisas de los historiadores matritenses, y por el pianito que publicó Álvarez Baena en su Compendio de las grandezas de Madrid, arrancaba por detrás del Alcázar, subiendo hasta lo alto de la colina donde hoy es plazuela de Santo Domingo; allí abría una entrada o puerta con este nombre, mirando al Norte, y como al frente de la futura calle Ancha de San Bernardo; y continuaba luego por entre las calles hoy de Jacometrezo y los Preciados, hasta frente al monasterio de San Martín, donde abría otro postigo al arranque de la calle que, aun hoy, retiene este nombre; descendía luego recta, por encima de la cava del Carmen, hasta salir al sitio conocido después por la Puerta del Sol, donde efectivamente se abrió ésta, dando frente a los olivares y camino de Alcalá. Aquí se prolongaba en dirección a Oriente hasta cerca de los Italianos, abarcando el sitio que después se llamó Carrera de San Jerónimo; y revolviendo allí en escuadra, iba a buscar la recta de la plazuela de Antón Martín, donde se abrió otra puerta, titulada de Vallecas. Por último, torcía luego al Occidente, por donde hoy las calles de la Magdalena y Duque de Alba, y salía a la ermita (después parroquia) de San Millán, donde se abrió otro postigo, yendo a terminar e incorporarse con la antigua muralla en Puerta de Moros. Tal fue, en conjunto, el nuevo recinto de Madrid, producido por la segunda ampliación e incorporación de sus arrabales a la parte principal, antigua y murada. Para recorrerle por este mismo orden, daremos el primer lugar en nuestros paseos al arrabal de San Martín, comprendido, como queda dicho, entre la cuesta y plazuela de Santo Domingo, el postigo de San Martín y la Puerta del Sol, hasta el Arenal de San Gines.

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El antiguo Madrid, 1861 by Ramón de Mesonero Romanos is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License, except where otherwise noted.

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