Introducción

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Reglas y consejos sobre investigación científica

Introducción

Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, Navarra, 1 de mayo de 1852 – Madrid, 17 de octubre de 1934) es el científico más importante en la Historia de España y pertenece al selecto grupo de los «grandes de la ciencia de todos los tiempos». El descubrimiento de la estructura neuronal del sistema nervioso, le llevó a obtener el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1906, premio que compartió con el científico italiano Camillo Golgi.

El libro recoge el discurso de Cajal al entrar a formar parte de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1897, que llevó por título Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica. El discurso fue publicado en 1898, con el título Reglas y consejos sobre investigación científica.

La gran acogida que tuvo esta obra permitió a Cajal realizar una segunda edición en 1899, aumentada y corregida, que fijó el texto final del libro para sus posteriores ediciones, incluyendo capítulos nuevos dedicados a cómo mejorar la situación de la ciencia en España. Además, la segunda edición incluyó un Post scriptum redactado por el autor como reflexión ante los recientes acontecimientos acaecidos en 1898: guerra de Cuba, pérdida de las colonias… y que Cajal retiró en las ediciones posteriores.

En la tercera edición, aparecida en 1912, se añadió un nuevo subtítulo: Los tónicos de la voluntad. A partir de la edición de 1941, la editorial Espasa-Calpe lo publicó como Los tónicos de la voluntad dejando Reglas y consejos sobre investigación científica como subtítulo. Consecuentemente, este libro desapareció de la universidad española, hasta que, con motivo de las celebraciones de 2002 (150 aniversario), 2006 (Nobel) y otras muchas, las ideas de Ramón y Cajal vuelven a estar al alcance de los universitarios españoles y del público en general.

Es importante resaltar que las ediciones posteriores a la tercera de 1912 incorporan un valioso conjunto de notas del autor, escritas en 1923, que enriquecen el texto original con observaciones y opiniones actualizadas a lo largo de su vida. Un ejemplo del tipo de notas que escribió Cajal para este libro es la número 28 del capítulo X:

El relato de los extranjeros que visitaron España en la época de su grandeza o en el comienzo de su declinación, y los testimonios de nuestros escritores de los siglos XVI y XVII, demuestran que nuestra preponderancia en Europa fue meramente militar y no cultural. Ciencia, industria, agricultura, comercio, todas las manifestaciones del espíritu y del trabajo eran en la época de los Reyes Católicos y de Carlos V sumamente inferiores a las del resto de Europa. Citando un caso entre mil, Simón Abril, en sus Apuntamientos a Felipe II, se lamentaba ya de que careciéramos de matemáticos, «con afrenta de la nación y de gran perjuicio de la república, pues España debe ir a buscar los ingenios a extrañas naciones, con daño grave del bien público». Avergüenza saber que casi todos nuestros generales y almirantes de las guerras de Italia y Flandes fueron extranjeros. Cristóbal de Villalón, que escribió también en el Siglo de Oro de nuestra historia, se lamenta, amén de los defectos del carácter nacional, de la mediocridad de nuestros gramáticos y humanistas, muy inferiores a los extranjeros. (Véase su Viaje de Turquía.)

Estas reflexiones muestran también el ambiente cultural que se vivía en España en el periodo entre guerras. Por supuesto, esta nota, sacada de contexto, ha sido y es utilizada a veces por personas que quieren desprestigiar a España en la línea del famoso «¿Qué le debemos a España?»

La importancia de los textos recogidos en esta edición digital, continua siendo enorme más de cien años después desde su publicación. Entorno al año 1898, vemos a Cajal preocupado por la modernización de España y por la necesidad de elevar su nivel cultural y social. El primer documento refleja su honda preocupación por incorporar a España al progreso general del mundo y explica su visión sobre la necesidad de un nuevo enfoque para el desarrollo de la ciencia, en línea con los países más avanzados. El segundo texto nos presenta sus reflexiones para superar el pesimismo de finales del siglo XIX y la necesidad de abrirse a nuevas ideas para conseguir el progreso cultural de España.

Sus esfuerzos no quedaron en un plano teórico, sino que Cajal trabajó con los mejores intelectuales y científicos de la España de su época, para impulsar el desarrollo y difusión de la ciencia y cultura españolas a través de un programa muy activo de intercambio de profesores y alumnos, y el establecimiento de becas para estudiar en el extranjero (pensionados), en un intento exitoso de salir del pesimismo decimonónico y abrirse al extranjero, estableciendo un diálogo abierto con los países más modernos de Europa como el único medio de avance y progreso.

Así, tras rechazar la propuesta del entonces Presidente del Gobierno, Segismundo Moret, de nombrarle Ministro de Instrucción Pública en 1906, aceptó presidir en 1907 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, heredera en gran medida de la Institución Libre de Enseñanza (1873) y antecesora del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) creado en 1939.

Los consejos que Cajal nos ofrece en los escritos recogidos en esta edición digital, siguen siendo asignaturas pendientes para el desarrollo cultural y social de España. Las nuevas generaciones de intelectuales, científicos y responsables políticos, tienen todavía la oportunidad de aprender de la doctrina de un gran hombre, una gran persona que se dedicó sin descanso a sus alumnos y a mejorar las oportunidades de progreso de su nación.

NOTA: El texto del discurso de Cajal, Fundamentos racionales y condiciones técnicas de la investigación biológica, comienza con una introducción saludatoria que se recoge al final de este libro junto con el discurso íntegro

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