Nápoles en cuatro días

Día 2 – Ruta en coche por la costa amalfitana

Nápoles – Sorrento – Positano – Amalfi – Atrani – Ravello – Salerno – Nápoles

Ruta hacia la famosa Costa Amalfitana y el golfo de Sorrento, uno de los enclaves más bellos del mundo situado a orillas del Mediterráneo y declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Nos espera una fotogénica carretera panorámica que corre paralela a la costa y que esconde en cada curva del camino paisaje verticales de insólita belleza con acantilados que se precipitan en el mar, misteriosas grutas y galerías subterráneas, hermosas bahías y pintorescas localidades de genuina arquitectura que parecen atrapadas en el tiempo. Es uno de los litorales más glamurosos del mundo.

Aunque quizás sea posible hacer toda la ruta de la imagen en un solo día, parece más razonable hacer Nápoles – Salerno – Ravello – Amalfi – Nápoles. El resto será para otro viaje.

Frecuentada por muchos famosos, la fama de esta costa se remonta siglos atrás, cuando fue elegida por los césares romanos como lugar de descanso. Descubriremos rincones únicos y pueblos de postal de color pastel situados en verticales imposibles, enmarcados entre el azul del cielo y un intenso mar, y cobijados entre viñedos, limoneros, olivos y buganvillas.

La Costa Amalfitana está situada en la región italiana de Campania y se extiende a lo largo de todo el Golfo de Salerno, a orillas del Mar Tirreno. La carretera discurre paralela al mar y cruza pueblos tan bonitos como Amalfi, Atrani, Cetara, Conca dei Marini, Furore, Maiore, Minori, Positano, Praiano, Ravello, Scala, Tramonti y Vietri Sul Mare, todos ellos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997 y cada uno tiene un encanto especial y una gastronomía de primera.

A primera hora de la mañana y después de desayunar, pondremos rumbo hacia Vietri sul Mare. El paisaje es espectacular, por un lado el azul turquesa del mar y por el otro, terrazas llenas de limoneros y una gran vegetación.

Nuestra primera parada la haremos en la Torre dei Normanni para ver las vistas. Esta torre fue construida entre 1250 y 1300 para defender la zona de los ataques sarracenos, está situada en la población de Maiori y actualmente es un renombrado restaurante.


Continuamos nuestra ruta hasta llegar a Ravello, la carretera es un poco estrecha y mala, con muchas curvas. El pueblo es de lo más pintoresco, está situado en lo alto de una colina entre el Valle del Río Dragone y el Valle Reginna y goza de unas vistas espectaculares de toda la costa.


Entre los años 839 y 1200, Ravello, fue un importante centro comercial en el Mediterráneo, los intercambios comerciales se llevaban a cabo principalmente con árabes y bizantinos y la localidad llegó a ser una de las más prósperas de la zona, en ella se asentaron numerosos nobles procedentes de la vecina Amalfi que dotaron a la localidad de un gran patrimonio artístico aunque sin lugar a duda, la época álgida de Ravello llegó en el año 1086 cuando fue elegida sede obispal.

Tras aparcar el coche nos dirigiremos hasta la plaza principal de la localidad donde se encuentran dos de los lugares más destacados de Ravello, por un lado el Duomo, dedicado a Santa María de la Asunción y por otro Villa Rufolo, una finca que perteneció a un acaudalado comerciante y su familia.

El Duomo data del año 1086 aunque posteriormente ha sido reformado en varias ocasiones, la fachada principal no es de las más bonitas que he visto pero hay que fijarse bien en la puerta principal, fabricada en bronce y datada en 1179, cuenta con una imagen de un león en el picaporte, está ricamente decorada y es una auténtica joya.


A escasos pasos de la iglesia se encuentra Villa Rufolo, una de las viviendas más importantes y lujosas de Ravello. Fue construida en el siglo XXIII por la familia Rufolo aunque a lo largo de los años se ha utilizado como residencia de papas e incluso de un rey. En el interior se celebra todos los años desde 1953 un importante festival de música, el sitio es incomparable, con unas vistas increíbles del mar y un precioso jardín que inspiró a Wagner para su obra «Parsifal». La entrada cuesta 5€ y por este precio se pueden recorrer las diferentes estancias del palacio y sus jardines.


Lo mejor que se puede hacer en Ravello es perderse por sus empinadas calles llenas de encanto, restaurantes y tiendas donde se vende limoncello, cerámica y piel, artesanías típicas de la zona.


Para terminar nuestra visita a la localidad nos dirigiremos a una especie de balcón desde donde se divisa toda la Costa Amalfitana y los valles cercanos, después cogimos el coche y pusimos rumbo hacia Amalfi.


El trayecto hasta llegar allí puede ser un poco «pesado» por los coches y las curvas.

Amalfi fue fundada durante la ocupación romana de la región de Campania, en el año 339 como puesto comercial destacado en el imperio y se convirtió en la primera República Marinera en Italia, hasta tenía su propia moneda de oro, el «Tari». La pequeña localidad llegó a ser una gran potencia pero un terrible tsunami en el año 1343 destruyó todo el puerto, los astilleros y los palacios. A partir de aquí, empezó el declive de Amalfi. Hoy en día la economía de la ciudad se basa principalmente en el turismo, la agricultura y la artesanía.


Nos dirigiremos a la Catedral de Amalfi, ubicada en la Piazza del Duomo. El templo fue edificado a finales de la Edad Media aunque ha estado muchos años abandonado, concretamente hasta el año 1996, fecha en la que nuevamente se abrieron sus puertas al público. La catedral está dedicada al apóstol San Andrés y se construyó en una mezcla de estilos románico, barroco y rococó, fruto del paso de diferentes pueblos por la localidad.


Destaca su claustro, el campanario y en el interior, los frescos del techo, realizados con mosaicos aunque obviamente lo más representativo del lugar es su fachada rayada y que posiblemente es una de las más bonitas de la zona.


En este punto es donde deberemos decidir si regresar hacia Salerno y Nápoles o bien continar hacia Positano y Sorrento. La vuelta a Nápoles desde Amalfi nos llevará apenas 90′ para recorrer 70 km por la misma carretera de ida. Hay otra carretera de montaña, con muchas curvas, que probablemente sea mejor no coger.


Si hay tiempo y podemos continuar hasta Sorrento, se puede visitar Praiano, un antiguo pueblo de pescadores convertido en un agradable refugio de veraneantes, y Conca dei Marini, donde es posible visitar la Gruta de la Esmeralda. Aprovecharemos la visita para degustar la deliciosa “sfogliatella”, un delicioso hojaldre relleno de ricotta.

Nuestra siguiente parada será Positano. Conocido como la “Perla de la Costa Amalfitana” y situado en una inclinación casi imposible, Positano lleva siglos fascinando a turistas, artistas y escritores con su atmósfera mágica, sus callejones estrechos, sus encantadoras tiendas donde encontrar desde cerámica artesanal a prendas de alta costura… Tan bella como exclusiva, sus calles empinadas, flanqueadas por casas en tonos pastel, descienden hasta tocar una hermosa playa de guijarros.

Desde Positano podemos visitar Sorrento o, si no hay más tiempo, regresar a Nápoles: 50 km en 80′ porque la carretera tiene muchas curvas.

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