Guía de Nápoles

Galería Humberto I

Historia

La Galería Humberto I es uno de los lugares más elegantes de Nápoles.

Ten en cuenta que en otros tiempos, el barrio de Santa Brigida, en el que te encuentras ahora, era tristemente famoso por su degradación arquitectónica y social, agravada por las frecuentes epidemias de cólera. Pero a finales del XIX todo cambió, al promulgarse la «Ley para el saneamiento de la ciudad de Nápoles», gracias a la cual se demolió la mayor parte de los edificios existentes y, finalmente, esta zona pudo comenzar a enriquecerse con palacios y monumentos, convirtiéndose así no sólo en el centro político y cultural de la ciudad, sino también en el social y comercial. Y todo esto fue gracias precisamente a la galería, que se construyó en sólo tres años, entre 1887 y 1890.

Antes de adentrarte en esta fascinante estructura de hierro y vidrio, concéntrate en los elementos decorativos de la entrada principal, con su gran fachada semicircular.

Quédate por tanto en la acera de enfrente, bajo el Teatro San Carlo, del que te hablaré en un archivo aparte, y disfruta de la visión de este precioso pórtico de doble arco sostenido por columnas de travertino. En las columnas del arco de la izquierda puedes admirar las estatuas que representan a Europa, Asia, África y América, coronadas, en sus respectivas hornacinas, por las de la Física y la Química, mientras que en la parte superior, recostadas, puedes ver las personificaciones del Telégrafo y el Vapor, y sobre ellas la de la Abundancia.

Por su parte, en el arco de la derecha, que sirve de acceso a la galería, encontrarás las estatuas de las Cuatro Estaciones, coronadas por la representación del Trabajo y el Genio de la Ciencia, mientras que en la parte superior, sobre la inscripción «GALLERIA UMBERTO I», puedes admirar las de la Riqueza, el Comercio y la Industria. ¡Un aparato decorativo claramente orientado hacia el progreso!

CURIOSIDAD: durante el día la galería era muy frecuentada por actores y profesores de música en busca de trabajo. Se sentaban en una cafetería esperando con ansiedad a que algún empresario los contratase. Todavía hoy en día puedes encontrar a muchos representantes de cantantes melódicos y artistas locales.

Visita

En las tres fachadas menores, que se abren a via Toledo, via Santa Brigida y via Verdi, puedes admirar numerosos detalles decorativos en estuco. Ahora te invito a franquear la entrada para descubrir la espectacular y armoniosa arquitectura interior de esta construcción, que tanto recuerda a la milanesa Galería Víctor Manuel II, primer rey de Italia y padre de Humberto I. Por otra parte, la pareja real formada por Humberto y Margarita es recordada con especial afecto en muchas tradiciones napolitanas: la famosa pizza «margarita» lleva precisamente el nombre de la reina, en cuyo honor se añadió por primera vez la mozzarella, no sólo para enriquecer el sabor, sino también para crear con los ingredientes el color de la bandera italiana.

Ve directamente hacia el octógono central, formado por la intersección de los dos corredores principales, y admira primero los mosaicos del suelo, que representan los vientos y signos del zodiaco, luego los elegantes edificios de la galería, ocupados en sus dos primeras plantas por locales de moda y restauración, y finalmente, la sugerente bóveda de vidrio y hierro.

A los lados de las cuatro ventanas semicirculares de la cúpula puedes ver ocho figuras femeninas de cobre, y si aguzas la vista, en el centro de las ventanas distinguirás también la estrella de David. De hecho, te sorprenderá saber que este edificio antiguamente albergaba una sede de la masonería: la mayor parte de la decoración, así como su propia estructura, aluden más o menos explícitamente a esta asociación, como si la Galería fuese un misterioso templo para iniciados.

Junto a la Galería te recomiendo también la iglesia de Santa Brígida, poco vistosa en el exterior, aunque alberga un fantástico interior barroco, repleto de excelentes pinturas. Aquí encontrarás la tumba de uno de los más grandes pintores de la escuela napolitana, Luca Giordano, muerto a principios del siglo XVIII, así como varias de sus pinturas, incluidos los frescos de la cúpula, con la Gloria de Santa Brígida.

CURIOSIDAD: La Galería Humberto I era también el «reino» de los ya desaparecidos «sciusciá», forma dialectal surgida durante la Segunda Guerra Mundial de la palabra inglesa shoeshine, limpiabotas. Los sciusciá eran muchachos que se ganaban unas monedas sacando brillo a las botas de los oficiales y soldados aliados. Estos mismos muchachos son los protagonistas de la célebre película El limpiabotas, de Vittorio de Sica, premio Oscar de 1947, acerca de su pobreza y la delincuencia.

Teatro San Carlo

Frente a la entrada de la Galería Humberto I puedes ver uno de los monumentos más significativos de Nápoles como gran capital mediterránea de las artes y la cultura: el Teatro San Carlo, uno de los más célebres escenarios del mundo de la ópera.

El teatro lleva el nombre y el sello de Carlos III de Borbón, rey de Nápoles y más tarde de España, que fue un gran promotor de iniciativas arquitectónicas y culturales en ambos reinos. Inaugurado en 1737, el teatro se concibió para acoger a un gran número de personas, más de 3.000, gracias a la innovadora platea en forma de herradura, con cinco niveles de palcos y una galería. El Teatro San Carlo se impuso inmediatamente como uno de los templos de la ópera en Europa, gracias a la presencia de los mejores músicos internacionales del siglo XVIII y a la actividad de los compositores de la llamada «escuela napolitana».

Aunque la estructura interna sigue siendo la del siglo XVIII, la fachada que tienes ante ti es de comienzos del XIX, cuando el cuñado de Napoleón, Joaquín Murat, mandó reformarla en estilo neoclásico.

La parte baja es de robusta piedra con forma almohadillada, un acabado con sillares superpuestos y escalonados, mientras que en la parte superior se aligera con una bella columnata. El grupo escultórico que ves en la parte superior de la fachada representa a la sirena Parténope, mítica fundadora de la ciudad.

En 1816, el San Carlo quedó devastado por un incendio, pero se reabrió después de una restauración realizada en un tiempo récord de nueve meses, entre el entusiasmo de los napolitanos y de un visitante ilustre, el gran novelista Stendhal, que lo consideraba el teatro más bello de Europa. Durante la restauración se incorporó también el inmenso lienzo que se extiende por el techo del patio de butacas, que mejora aún más la excepcional acústica de la sala.

El mérito de la rápida reapertura fue del empresario Domenico Barbaja, auténtico genio de la dirección teatral. En sus más de treinta años de dirección, nombró director artístico a Gioacchino Rossini, asegurándole el compositor la creación de dos óperas al año, una seria y otra bufa. Después de siete años, el cargo pasó a manos de otro gran compositor, Gaetano Donizetti, y debes saber que la tradición de excelencia del Teatro San Carlo continúa, ininterrumpida, también en la actualidad.

CURIOSIDAD: dada la proximidad con el Palacio Real, el soberano podía acceder directamente al palco real, ¡sin tener que bajar a la calle! Hoy en día, entrando por los Jardines Reales, puedes hacer el mismo camino que recorría el rey, transformado actualmente en un museo dedicado al teatro y a la historia de la ópera.

Termina aquí nuestra visita a la Galería Humberto I de Nápoles.

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