Guía de Nápoles

Iglesia de Pio Monte della Misericordia

Edificio

¡Pio Monte della Misericordia es una de las iglesias más conmovedoras de Nápoles!

Estás al lado de la Catedral, en una preciosa placita que tiene en su centro el barroco Obelisco de San Jenaro, erigido por la gracia recibida en 1631, cuando Nápoles se salvó de la erupción del Vesubio. Tienes enfrente la fachada de la antigua institución del Pio Monte della Misericordia, asociación caritativa que fue fundada en 1601 para proporcionar asistencia a los necesitados, de acuerdo con el precepto evangélico de las siete «obras de misericordia corporales»: alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, enterrar a los muertos, alojar a los peregrinos, confortar a los enfermos y visitar a los presos. La sede de la asociación expone estos fines en sus propias características arquitectónicas: el pórtico, bastante inusual en el exterior de los edificios napolitanos, servía para dar refugio a quien venía en busca de ayuda; la planta octogonal de la iglesia está estudiada de manera que haya un altar para cada actividad asistencial, etcétera.

Entra en la iglesia pasando bajo el pórtico, con una hermosa estatua del siglo XVII del escultor Andrea Falcone, autor también de las pilas de mármol para el agua bendita. El interior te envuelve en una estructura sencilla y luminosa, con un gran vano central al que se abren seis capillas. En los altares laterales verás excelentes lienzos de artistas napolitanos del siglo XVII: el mejor es el que lleva por título la Liberación de San Pedro de la cárcel, de Battistello Caracciolo.

Pero atraerá inmediatamente tu atención la obra maestra que corona el altar mayor, titulada las Siete obras de misericordia, el cuadro más grande e importante pintado en Nápoles por Caravaggio. Aunque el Pio Monte también cuenta con una Galería de maestros napolitanos de los siglos XVII y XVIII. Te señalo especialmente las luminosas obras de Francesco De Mura, uno de los mejores artistas del XVIII, el cual se las legó en su herencia a la asociación.

CURIOSIDAD: las Siete obras de misericordia suscitaron de inmediato una gran admiración. Tanto es así que en una pared de la Galería hay un falso armario, dentro del cual había escondida una abertura que permitía a los gobernadores admirar el lienzo de Caravaggio, colocado en el altar mayor de la iglesia.

Caravaggio

Pintado por Caravaggio durante su primera estancia en Nápoles en 1606, este gran lienzo ubicado en el altar mayor te presenta juntas las Siete obras de misericordia corporales, condensándolas con gran genio compositivo, enfatizado por el uso de la luz. Es una situación habitual de cada día, una escena abarrotada ambientada en un cruce en el corazón de Nápoles.

Sonriente, la Virgen aparece en la parte superior, como si se asomase desde un edificio: dos ángeles muy atléticos forman con las alas una especie de balcón, mientras una túnica blanca ondea como si fuera una sábana puesta a secar.

Con absoluta libertad creativa, Caravaggio pinta sin establecer el centro del cuadro ni la perspectiva, creando así una impresión de entusiasmo y vivacidad. Trata de seguir la escena para reconocer los distintos episodios. Comienza desde el lado derecho: una muchacha, con actitud prudente, se descubre el pecho y se lo ofrece a un anciano que se asoma a la reja de una prisión. Citando un episodio de la literatura antigua, acerca de una joven romana que amamantaba a su padre encarcelado, el pintor combina aquí las acciones caritativas de «alimentar a los hambrientos» y «visitar a los presos», de manera que la referencia clásica se «traduce» en una realidad popular cercana. Detrás de ella, un hombre está ayudando a transportar un cadáver, ocupándose por tanto de «enterrar a los muertos». El hombre con la antorcha y la boca abierta es probablemente un autorretrato del pintor. En el centro de la escena, un joven está quitándose la capa de los hombros para dársela al mendigo semidesnudo que está tendido en el suelo, respetando así el precepto de «vestir a los desnudos», pero también el de «cuidar de los enfermos», representados por el cojo del que se atisba un pie. Justo detrás, un peregrino, reconocible por la simbólica concha prendida del sombrero, es invitado a entrar por un cordial hombre entrado en carnes, listo para «alojar a los peregrinos». Por último, al fondo a la izquierda, un poderoso Sansón bebe con avidez, recordando que hay que «dar de beber a los sedientos».

CURIOSIDAD: si este espléndido lienzo de altar se encuentra todavía hoy en su lugar de origen es gracias a una oportuna disposición de la entidad que custodia los bienes del Pio Monte, que prohibió de inmediato y a perpetuidad su venta, independientemente del precio ofrecido. Piensa que se conserva todavía el contrato original, que asignaba al pintor la ingente suma de 400 ducados.

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