ROMANCE

de ¡Ay!, un galán de esta villa.

¡Ay!, un galán de esta villa,
¡ay!, un galán de esta casa,
¡ay!, de lejos que venía.
¡ay!, de lejos que llegaba.
—¡Ay!, diga lo que él quería,
¡ay!, diga lo que él buscaba.
—¡Ay!, busco a la blanca niña,
¡ay!, busco a la niña blanca,
que tiene voz delgadina,
que tiene la voz de plata;
cabello de oro tejía.
cabello de oro trenzaba.
—Otra no hay en esta villa,
otra no hay en esta casa,
si no era una mi prima,
si no una prima hermana;
¡ay!, de marido pedida,
¡ay!, de marido velada.
—¡Ay!, diga a la blanca niña.
¡ay!, diga a la niña blanca,
¡ay!, que su amigo la espera.
¡ay!, que su amigo la aguarda
al pie de una fuente fría,
al pie de una fuente clara,
que por el oro corría,
que por el oro manaba,
a orillas del mar que suena,
a orillas del mar que brama.

Ya viene la blanca niña,
ya viene la niña blanca,
al pie de la fuente fría
que por el oro manaba;
la tan fresca mañanica,
mañanica la tan clara;
¡ay, venga la luz del día!,
¡ay, venga la luz del alba!

Este romance en un verdadero canto nacional para los asturianos; es el más sabido por ellos: es el más generalmente usado en esa danza prima, famosa desde que la describieron Jovellanos y Duran. Las versiones que de él se han publicado no nos ofrecen sino una enorme serie incoherente de versos; escojo una versión simplificada. No puede fallar aquí este singular romance, porque es una reliquia, aunque muy destrozada, de los antiguos cantos que en versos paralelisticos componían los juglares galaicopartugueses del siglo XIII, y propagaban en sus viajes, no sólo por León y Castilla, sino hasta Navarra y Valencia.

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