NOTAS A LOS ROMANCES DE BERNARDO

1.º Publicóse por primera vez en el Cancionero de romances de 1550. Hoy se conserva tradicional entre los judíos de Tánger, Tetuán, Larache y Alcazarquivir, de cuyas versiones tomo los versos finales. Esta tradición de Marruecos es evidentemente moderna; cierto que Wolf calificó el romance de primitivo, fundado, sin duda, en la sencillez de su estilo; pero éste carece del lirismo propio de los romances tradicionales viejos.

2.º Romance erudito publicado en el Cancionero de romances y en la Silva de 1550. Lorenzo de Sepúlveda lo imitó con igual asonante.

3.º Romance tardío, publicado por vez primera en el Romancero general de 1600. Se ha hecho tradicional modernamente, y de él tengo versiones recogidas en Sevilla. También se ha imitado a lo divino aplicándolo a la pasión de Cristo. Con el mismo verso inicial empezó Baltasar Elisio de Medinilla una de sus obras divinas.

4.º Mientras todos los romances de Bernardo del Carpio no remontan más allá de la primera mitad del siglo XVI, este brioso fragmento épico es el único resto que nos ha quedado de los antiguos cantares de gesta de los siglos XIII y XIV. Llegó a nosotros en tres versiones tradicionales, dos impresas en el Cancionero de romances y en la Silva de 1550, y otra manuscrita en un códice del siglo XVI. Las tres difieren entre sí; valiéndonos de todos, reconstruimos aquí la nuestra. Esa tradición antigua, después de extinguida, revive hoy, nacida de los Romanceros, y el viejo fragmento se vuelve a recitar oralmente en tierras de Sevilla y Cádiz.

5.º Hay de este romance tres versiones del siglo XVI, dos manuscritas y otra publicada por Timoneda en su Rosa española. El autor interpreta libérrima y muy animadamente la leyenda (nótese el anacronismo de poner la escena en Burgos y no en león) mientras todos los demás romancistas, sus coetáneos, se atenían con mayor fidelidad al relato de la Crónica general.

6.º En el romance sexto confluyen tres romances eruditos (todos asonantados en -ao), dos del Cancionero general de 1600 y otro de Gabriel Lobo Lasso de la Vega de 1587. Uno de ellos es el que Longfellow juzgaba igual en mérito a la más famosa balada inglesa, Chevy Chase.

7.º De las dos formas con que este romance fue recogido de la tradición en el siglo XVI, preferimos la mas extensa, que es la más antigua, la más épica. Refleja muy fielmente los versos de un poema español del siglo XIII sobre Roncesvalles, el cual era una imitación muy libre
y muy españolizada de la Chanson de Roland francesa.

8.º Todo el mundo conoce el patético romance de Belerma por el episodio de la cueva de Montesinos en el Quijote. Era famosísimo en los siglos XVI y XVII; varios de sus versos se hicieron proverbiales: «Siete años le serví…». «Ojos que nos vieron ir…». Fue muchas veces glosado, y de una de esas glosas, manuscritas, de la Biblioteca Nacional de París, tomo la segunda parte de mi texto.

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