CANCIÓN DE UNA GENTIL DAMA Y UN RÚSTICO PASTOR

—Pastor, que estás en el campo
de amores tan descuidado,
escucha a una gentil dama
que por ti se ha desvelado.
Conmigo no habéis hablado,
responde el villano vil;
tengo el ganado en la sierra,
y a mi ganadico me quiero ir.

—Pastor, que comes centeno,
y usas cuchara de palo,
si tomaras mis amores,
comieras pan de regalo.
A buen hambre no hay pan malo,
responde el villano vil;
tengo el ganado en la sierra,
y a mi ganadico me quiero ir.

—Pastor, que estás avezado
a dormir en la retama,
si te casaras conmigo,
tendrías gustosa cama.
Vete a esotra puerta y llama,
respondió el villano vil;
tengo el ganado en el monte,
con mi ganadico voy a dormir.

—Deja la sierra y su nieve,
que tu frío me da pena;
ven, caliéntate a mi fuego,
tendrás una noche buena.
Mal se os guise la cena,
responde el villano vil;
tengo el ganado en la sierra,
y a mi ganadico me quiero ir.

—Mi ganadico y el tuyo
pastarán en prado llano;
juntos han de retozar
largas siestas del verano.
Mas que te muerda un alano,
respondió el villano vil;
bien se está el mío en la sierra,
y el tu ganadico en su buen redil.

—Tres viñas de tierra buena
te daría en casamiento,
una haca y un jumento;
cabras cien y una colmena.
Nunca llueve como truena,
respondió el villano vil;
tengo el ganado en la sierra,
y a mi ganadico me quiero ir.

—Entenderme tú no quieres;
nos des prisa en ir al hato;
comerás, pues te convido,
de mi misma te hago el plato.
No quiero pagar el pato,
respondió el villano vil;
bástame comer mis migas,
y a mi ganadico tengo de ir.

—Más es que la de la nieve
de mi cuerpo la blancura;
rostro de leche y coral;
delgadita en la cintura.
Mucho bueno poco dura,
responde el villano vil;
tengo el ganado en la sierra,
y a mi ganadico me quiero ir.

—El cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas,
que el brial quieren romper…
—No me puedo detener
por más que tengas ahí.
Mi ganado está en la sierra,
y a mi ganadico tengo de ir.

Desecha de la dama,

que dice con enojo:

—¡Oh, malhaya el vil pastor
que dama gentil le ame
y le requiebre de amores,
y él se vaya aunque le llame!
El buey suelto bien se lame,
respondió el villano al fin,
y por más que me dijeres,
con mi ganadico me quiero ir.

Ya he dicho en el Proemio que las canciones de metro estrófico llegan, por lo común, a ser refundidas en metro de romance. Esta canción de la Dama y el Rústico tiene, además de la forma estrófica, otra de asonante seguido, que en este caso particular parece más antigua. Yo, sin embargo, prefiero la redacción estrófica, con su artificioso juego de frases hechas. Hay otros muchos arreglos de esta composición; hasta la zafia repulsa del «villano vil» se convierte en honestidad del «buen pastor», lastimosa moralización que sobre todo está difundida entre los judíos de Oriente.

Entre las muchas melodías con que se acompaña esta divulgadísima canción, ha escogido el señor Torner una versión castellana que ofrece forma más artística a la vez que más arcaica, de la cual parecen ser una degeneración otras varias de las más usuales.

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