ROMANCE SEXTO

Bernardo impide que el rey Alfonso ceda su reino a Carlomagno

Con los mejores de Asturias,
sale de León Bernardo,
puestos a punto de guerra
a impedir a Francia el paso,
que viene a usurpar el reino
a instancias de Alfonso el Casto,
como si no hubiera en él
quien mejor pueda heredallo.
Los labradores arrojan
de las manos los arados,
las hoces, los azadones;
los pastores sus cayados;
los jóvenes se alborozan,
aliéntanse los ancianos;
despuéblanse las ciudades
y lugares comarcanos;
todos a Bernardo acuden,
«libertad» apellidando.

Antes de salir del reino
hacen alarde en un llano,
y levantando la voz,
así les dice Bernardo:
—Escuchadme, leoneses,
los que os preciáis de hijosdalgo,
de padres libres nacisteis,
y al buen rey Alfonso el Casto
pagáis lo que le debéis
por el divino mandato;
mas no quiera Dios del cielo
que a los decretos de extraños
obliguéis los vuestros hijos,
gloría de vuestros pasados.
Dé el rey su oro a los franceses,
mas no les dé sus vasallos.
que en mermar las libertades
no tienen los reyes mando.
No consintáis que extranjeros
hoy vengan a sujetaros;
y aquel que con tres franceses
no combatiere en el campo,
quédese, y seamos menos,
aunque habernos de igualallos.
Esto acabado, arremete
con la furia del caballo,
diciendo: —Síganme todos
los que fueren hijosdalgo.
En su caballo morcillo
iba el valiente Bernardo,
a la morisca vestido,
con el brazo arremangado,
para no ser conocido
del francés campo contrario.
Camina hacia Zaragoza,
donde le están esperando
ese rey moro Marsín
y Bravonel el gallardo.

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