ROMANCE TERCERO

Agravio y quejas de Florinda

Bañado en sudor y llanto
el esparcido cabello,
el blanco rostro encendido
de dolor, vergüenza y miedo,
deteniendo con sus brazos
los de un loco rey mancebo,
una débil mujer sola,
ausente del padre y deudos,
así le dice a Rodrigo,
ya con voces, ya con ruegos,
como si ruegos y voces
valiesen en tal extremo:
—No queráis, rey poderoso,
sol del español imperio,
que oscurezcan vuestros rayos
la nube de mi deseo.
La cava soy de tu fuerza.
y aunque al muro de mi pecho
le falta la barbacana,
de todos es padre el cielo;
sirviéndoos, la tiene el mío;
desde el primer bozo negro
le disteis honras y cargos,
no le afrentéis cuando viejo.

Con la sangre de mi honra
no se tina el honor vuestro,
mirad que eclipse de sangre
en reyes es mal agüero;
mientras él vierte su sangre
defendiendo vuestros reinos,
en otro combate infame
la suya estáis ofendiendo.

Temed, temed ofendelle;
que podrá vengarse un tiempo,
pues los nobles y soldados
vos sabéis si son soberbios.
Rodrigo, que sólo escucha
las voces de sus deseos,
forzóla y aborrecióla,
del amor propios efectos.

La Cava escribió a su padre
cartas de vergüenza y duelo,
y sellándolas con lágrimas,
a Ceupta enviólas presto.

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