EL TERCER ROMANCE

en que Jimena pide de nuevo justicia al rey

En Burgos está el buen rey
asentado a su yantar,
cuando la Jimena Gómez
se le vino a querellar;
cubierta paños de luto,
tocas de negro cendal;
las rodillas por el suelo,
comenzara de fablar:
—Con mancilla vivo, rey;
con ella vive mí madre;
cada día que amanece
veo quien mató mi padre
caballero en un caballo
y en su mano un gavilán;
por hacerme más enojo
cébalo en mi palomar;
con sangre de mis palomas
ensangrentó mi brial.
¡Hacedme, buen rey, justicia,
no me la queráis negar!
Rey que non face justicia
non debía de reinar,
ni comer pan a manteles,
ni con la reina folgar.

El rey cuando aquesto oyera
comenzara de pensar:
«Si yo prendo o mato al Cid,
mis cortes revolverse han;
pues, si lo dejo de hacer,
Dios me lo demandará».

Allí habló doña Jimena
palabras bien de notar;
—Yo te lo diría, rey,
cómo lo has de remediar.
Mantén tú bien las tus cortes,
no te las revuelva nadie,
y al que mi padre mató
dámelo para casar,
que quien tanto mal me hizo
sé que algún bien me fará,
—Siempre lo he oído decir,
y ahora veo que es verdad,
que el seso de las mujeres
no era cosa natural:
hasta aquí pidió justicia,
ya quiere con él casar.
Mandaré una carta al Cid,
mandarle quiero llamar.

Las palabras no son dichas,
la carta camino va;
mensajero que la lleva
dado la había a su padre.

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