ROMANCE QUINTO

Sueño del rey Rodrigo

Los vientos eran contrarios,
la luna estaba crecida,
los peces daban gemidos
por el mal tiempo que hacía,
cuando el buen rey don Rodrigo
junto a la Cava dormía,
dentro de una rica tienda
de oro y sedas guarnecida;
trescientas cuerdas de plata
que la tienda sostenían.
Dentro había cien doncellas
vestidas a maravilla:
las cincuenta están tañendo
con muy extraña armonía,
las cincuenta están cantando
con muy dulce melodía.
Allí habló una doncella
que Fortuna se decía:
«Si duermes, rey don Rodrigo,
despierta por cortesía
y verás tus malos hados,
tu peor postrimería,
y verás tus gentes muertas
y tu batalla rompida,
y tus villas y ciudades
destruidas en un día;
fortalezas y castillos
otro señor los regía.
Si me pides quién lo ha hecho,
yo muy bien te lo diría:
ese conde don Julián
por amores de su hija,
porque se la deshonraste
y más della no tenía;
juramento viene echando
que te ha de costar la vida».

Despertó muy congojado
con aquella voz que oía,
con cara triste y penosa
desta suerte respondía:
«Mercedes a ti, Fortuna,
desta tu mensajería».

Estando en esto ha llegado
uno que nueva traía
cómo el conde don Julián
las tierras le destruía.

Apriesa pide el caballo
y al encuentro le salía;
los contrarios eran tantos
que esfuerzo no le valía.

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